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En busca de un clásico perdido: Jean Santeuil

" LA PUERTECITA del jardín se volvió a cerrar lentamente sobre el pequeño Jean que había vuelto por tercera vez a darle las buenas noches a su madre y que había sido bastante mal recibido. —Está un poco triste, doctor —dijo la señora de Santeuil, con dulzura, volviéndose hacia el profesor Surlande, para disculpar a su hijo—. Es la primera vez que no voy a darle las buenas noches en su cama y eso lo agita mucho. ¡Es tan impresionable! —Es lo que llamamos un nervioso —dijo el doctor, sonriendo como quien acaba de tener una ocurrencia—. Su aspecto lo indica bastante, por lo demás. El señor Marfeu lo trata seguramente por medio del agua fría. —Por medio del agua fría? —dijo con asombro la señora de Santeuil—. No, el señor Marfeu nos recomendó sobre todo que sólo utilizáramos el agua caliente. —¿Agua caliente? —dijo, riéndose el señor Surlande—. ¡Ah!, verdaderamente, agua caliente, es algo bastante curioso. Por parte, el señor Marfeu es un sabio notable y no po

LA NIÑA ALEMANA DE ARMANDO LUCAS CORREA


Una sensacional y ambiciosa primera novela, ideal para los fans de La llave de Sarah y de La luz que no puedes ver. La historia de una niña de 11 años que junto a su familia y su mejor amigo logran huir de la Alemania nazi en un lujoso trasantlático para descubrir que el asilo que le prometieron en ultramar era una simple ilusión.
En 1939, la encantadora vida de Hannah Rosenthal y sus padres se desmorona. Su familia, una de las más distinguidas en los altos círculos sociales berlineses, era admirada por amigos y vecinos. Con su madre, Hannah disfrutaba las tardes en el lujoso salón de té del esplendoroso Hotel Adlon, ambas vestidas con sus más elegantes atuendos, siempre a la moda. En un abrir y cerrar de ojos, ese mundo se vino abajo en una Alemania que buscaba la pureza y la perfección racial de sus habitantes. Los padres de Hannah terminaron encerrados en su magnífico apartamento en el centro de Berlín, entre penumbras. Ahora Hannah se refugia con su mejor amigo, Leo Martin, en los callejones y parques de una ciudad que ya no los quiere.
Berlín se ha teñido de los colores blanco, rojo y negro de una bandera que no reconocen como suya, las aceras cubiertas de cristales rotos, edificios quemados, militares que marchan en un sincronismo para ellos enfermizo. Los desesperados Rosenthal comienzan la odisea para conseguir visas, dispuestos a perder todas sus posesiones con tal de escapar de un país que los desprecia. Los dos niños hacen un pacto: pase lo que pase, se prometen un futuro juntos.
Un rayo de esperanza les llega a los Rosenthal y los Martin: el Saint Louis, un enorme y lujoso trasatlántico partirá de Hamburgo a La Habana con más de 900 refugiados judíos. El 13 de mayo de 1939 comienza la travesía de dos semanas, donde las familias se sienten libres y seguras por primera vez en meses. En la medida que todos los pasajeros se van llenando de esperanzas por el brillante futuro que les espera en un desconocido país tropical, el amor de Hannah y Leo florece entre juegos, bailes de disfraces y cenas exquisitas.
Hasta que comienzan a llegar los cables de la HAPAG, la compañía matriz del Saint Louis: el gobierno cubano ha invalidado las visas de los 937 pasajeros y al parecer no los van a dejar entrar a territorio nacional. Al llegar a La Habana, el gobierno de la isla le prohíbe al Saint Louis atracar en el puerto. Se inician las negociaciones con los gobernantes cubanos, que exigían una alta suma de dinero por pasajero, para dejarlos desembarcar, mientras los periódicos del mundo se hicieron eco de la tragedia de los inmigrantes judíos. A los seís días de haber llegado a La Habana, el presidente cubano ordenó la salida del barco de sus aguas territoriales. Sólo a 28 pasajeros les fue permitido desembarcar. Hannah y Leo tienen que enfrentar la trágica realidad y se separan, el futuro es desconocido y la decisión que tomen impactará a las generaciones venideras. La familia de Hannah queda también dividida.
Las negociaciones con los gobiernos de Estados Unidos y Canadá no prosperan y el barco tiene que regresar a Europa. En medio de la travesía, el comité de ayuda para los judíos logra que los pasajeros sean reubicados en Inglaterra, Francia, Holanda y Bélgica en los albores de la Segunda Guerra Mundial.
El majestuoso barco, que parecía la única salvación para ellos, terminó convirtiéndose en su pena de muerte.
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